jueves, 25 de junio de 2015

Gran soledad en la isla - Juan Manuel Montes


Federico Marinez se acomodó su fusil en la pared de la trinchera, con cuidado y haciéndose un fanal con las manos, prendió un cigarrillo. Como en cada noche, escuchaba latir el corazón en el borde de sus tímpanos. Aspiró fuertemente fumando al revés, mientras la brasa le coloreó las mejillas por dentro. Arriba vio cómo la artillería encandilaba el cielo nocturno, escuchó el percutor metálico de fusiles en la distancia, mientras bombas dispersas estallaban alrededor y a lo largo de la trinchera. La fría noche de mayo agonizaba en sollozos con su garganta de alambre de púas.
Escuchó hasta el mínimo sonido, hasta ese máximo silencio de la última bala que lo hirió de oreja a oreja.

Acerca del autor:
Juan Manuel Montes

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