lunes, 15 de junio de 2015

Todo lo sólido se desvanece en el aire - Saurio


Empezó con uno de esos mails virales que en cuestión de horas se propagan por todo el mundo, y luego siguió viralmente pero boca a boca. La consigna era simple: para vencer la desigualdad social la gente debería negarse a trabajar y a consumir más allá de lo estrictamente necesario para la subsistencia. Haciendo esto, el sistema perverso caería. No, no era otra huelga más, acá no había ningún reclamo, ninguna exigencia, simplemente se trataba de negarse a trabajar. Y funcionó.
No de inmediato, claro, la patronal, las jerarquías sindicales y los otros engranajes del sistema reaccionaron y reprimieron. Pero la gente, gracias a este mensaje viral, había perdido el miedo y se defendió. Muchos murieron, pero, como eran más, vencieron. Además, el sistema necesitaba de consumidores, y si nadie consumía la producción de bienes perdía todo sentido.
Así fue cómo el sistema cayó.
Alcanzada la victoria, lo lógico hubiera sido repartir las riquezas en forma igualitaria. Pero la riqueza había perdido valor en un mundo no consumista, y el acto mismo de repartir era trabajo, así que millones de bienes que en otras épocas hubieran sido codiciados quedaron abandonados y olvidados.
Cuando se agotaron los alimentos y los recursos acumulados la gente se enfrentó con otro problema, ya que procurarse el sustento era trabajar, y trabajar era lisa y llanamente resucitar al sistema.
Así fue como la gente se extinguió.
Alguien escribió que si a un grupo de chimpancés se les dieran computadores y tiempo suficiente, alguno de ellos terminaría escribiendo las obras de Shakespeare. Pero nunca se les ocurrió que antes de eso podría escribir un mail viral y enviarlo.
Así fue como llegamos a ser la especie dominante en el planeta.

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