miércoles, 30 de diciembre de 2015

Después de fin de año - Carlos Enrique Saldívar



Rodolfo camina a la deriva, aturdido. Todos celebran el Año Nuevo.
El momento se acerca, restan pocos minutos para que den las doce, y así el año 2113 terminará. Las personas instalan sus cajas de cohetes tecnoecológicos, los encienden, las luces en el cielo son vistosas. En algunas esquinas hay muñecos holográficos. Las quemas virtuales en los exteriores de las casas también son populares. Hay personas corriendo con maletas flotantes, gente vestida con prendas amarillas (buena suerte), rojas (amor), naranjas (viaje a Marte). El hombre recuerda cuando era niño  y cenaba lechón junto a su familia. Muchos peruanos reciben el Año Nuevo de esa manera; Rodolfo no quiere ver por las ventanas, mas no puede evitarlo, no es envidia lo que siente sino pena, pues sabe que después de toda esa alegría no habrá nada más. Intenta deducir cuándo se dio el fenómeno espaciotemporal, ¿conjunción de planetas?, ¿algún tipo de energía cósmica? Sabe que todo se inició, al menos, unos diez años antes; por aquel entonces obtuvo consciencia de lo que acaecía en el mundo, y, en definitiva, el evento se había dado en el segundo , el instante en que terminó el 2113; no hubo un 2114, el segundo siguiente fue el primero del año 2113, que comenzaba nuevamente.
Suena a chifladura: el año 2113 se repite una y otra vez.
El hombre se pregunta si alguien más se ha percatado de ello, hace tiempo que busca a otros como él, sin resultado. Antaño intentó revelar el secreto a los demás, empero, nadie le creyó. Ha desistido ya de contarlo, no quiere arruinarle a la humanidad su gozo pasajero.
Los fuegos artificiales revientan por montones, ya es tiempo.
Rodolfo aparece en la banca de un parque. Puede que este año sí consiga salir del planeta, piensa.

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