martes, 22 de diciembre de 2015

Satélite - Claudia Isabel Lonfat

No sé por qué extraña razón se me ocurrió que todo en vos terminaría en un punto. Que cualquier camino que quisieras transitar te llevaría indefectiblemente a mí. Será que me pasé la vida girando a tu alrededor; que me convertí en tu satélite, y vos en el centro, un eje abstracto.
Te observo como a través de un cristal ajado, empañado; te vas desdibujando como la noche. Y desde esta vereda, vos sos más pequeño, perdiste altura; no te veo tan interesante con esa barba pulida y anteojos gruesos
Tus libros clásicos tampoco me parecen tan geniales, ¿Sabías?, ahora quiero decírtelo: “Odio a Shakespeare” era el tipo más aburrido del mundo, detesto su famoso “Otelo” y “Romeo y Julieta” me parece una reverenda porquería, una aberración literaria absoluta, ¿Me escuchaste?
Sin embargo amo a Oscar Wilde, y sé, aunque jamás lo reconozcas, que te jode que haya sido puto. Siempre le encontrabas el punto para criticarlo. Y se te escapó un día de mucho Cabernet Sauvignon, que los putos son jodidos. Eso sí, serías incapaz de decirlo sin copas.
No, claro que no, todavía mis gritos no te llegan. Y aunque te llegaran nada cambiaría, porque seguirías igual de impertinente y necio. Te reirías del mundo, emplearías tu afectada ironía de nene bien, venido a menos, que se hizo a sí mismo, para burlarte hasta de los de tu clase. Tu lengua, filosa como una espada, ya no me hiere. De lo único que no dudo, es de tu inteligencia, pero enterate que no siempre es una buena compañía. Vos seguirás caminando con paso lento por los pasillos de la universidad. Regodeándote en tu seguridad cultivada, macerada entre libros franceses. Dejarás que te circunden alborotados alumnos, y que ellas te miren con ojos parecidos a los míos (cuando mi mirada te desnudaba)

Encontrarás nuevos satélites, pero este se fue de tu órbita.

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