lunes, 4 de abril de 2016

1961 - Abel Maas


Me acordé cuando el actor Dringue Farías entró en el cuadrado de la tele, en la caja boba, como se la empezó a llamar en esa época, lo hizo por la izquierda y mostró un cartel  con la inscripción “1961”, el año que ya había comenzado. Dijo que ese año sería igual de arriba para abajo que de abajo para arriba y a continuación giró el cartel 180 grados, lo hizo dos veces. Luego clavó su mueca de payaso, después una reverencia y salió de cuadro por el mismo lugar que había entrado.
Me pregunto si acaso es necesario y si así fuera para quién lo es, que yo me acuerde de estas cosas, y lo peor es que tengo un par de centenas. También quisiera saber por qué consulte con la Wikipedia en busca del  verdadero nombre del artista –Juan Manuel Farías Torterolo– que nació en 1914, el mismo año que Cortázar, uno después que mi papá. 
En ese año bidireccional ingresé en la escuela secundaria con el promedio más alto, y nunca más. Eso quiere decir que ahora tengo sesenta y ocho años y dentro de dos, tendré setenta. Y más tarde ochenta; entonces tal vez quieran hacerme una fiesta de cumpleaños, como recientemente se la hicieron a Mario Vargas Llosa pero si son cuatrocientos invitados yo no la garpo. Y si cuando entro al salón me veo en la obligación de tomarme de la mano con una Isabel Preysler me muero ahí mismo, pero no porque la señora me asuste, sino porque se la cojía Julio Iglesias, y un tipo como yo no puede transitar ese camino.

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